Aún hay esperanzas

Dadas las actuales condiciones a las que tienen que enfrentarse los pobladores de la República del Congo, es imprescindible que tomen conciencia de la importancia de mantener el medio ambiente y consecuentemente la preservación de las especies. Hay pocas zonas en África que poseen el privilegio de albergar a la reducida población de gorilas que quedan y aunque esto resulte triste, es un beneficio en el campo del ecoturismo que debe ser aprovechado por los habitantes de estas regiones en general y del Parque Nacional de Odzala en particular.
El ecoturismo, sin embargo, es un recurso que no puede ser manejado con ligereza, ya que en lugar de traer beneficios tanto para los seres humanos como para los gorilas, puede resultar totalmente perjudicial si no se hacen algunas consideraciones tales como la capacidad del parque, el mantenimiento de los bosques, la salud de los animales y la influencia que tiene el ser humano en el contagio de enfermedades. Todo esto implica una serie de políticas gubernamentales en coordinación con organismos especializados en el tema.

Las primeras asociaciones de protección de los grandes monos aparecieron hace treinta años: el Instituto Jane Goodall se fundó en 1977 y la Fundación DIAN Fossey un año más tarde. Desde entonces, se han creado varias decenas de organismos. Muchas son fundaciones que recaudan dinero en los países occidentales para financiar acciones de protección, investigación y sensibilización de las poblaciones locales. Por ejemplo, el Fondo Dian Fossey financia el centro de investigaciones de Karisoke, en Ruanda, que desempeña un papel central en la protección de los gorilas de montaña. Las agencias de Naciones Unidas (Unesco y PNUMA), así como las organizaciones de defensa de la naturaleza como el WWF, también contribuyen a la lucha en favor de los grandes monos.

Este trabajo diario sobre el terreno con las poblaciones locales es insustituible. Sin embargo, no se podrá llevar a cabo ninguna acción de envergadura sin una auténtica ayuda al desarrollo, especialmente de África. Los grandes monos figuran en la lista de las especies amenazadas establecida por la UICN (Unión Mundial para la Naturaleza). Están protegidos por la ley en todos los países donde viven y clasificados en el Anexo I del Convenio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que prohíbe su comercialización. Este texto ha sido firmado por más de 160 países de todo el mundo.
Pero sobre el terreno, su estatus de animales protegidos sigue siendo sobre todo teórico, y no impide la caza furtiva ni la destrucción de su hábitat. Frecuentemente su territorio es de difícil acceso, lo que complica los controles, sobre todo teniendo en cuenta que los países en los que viven carecen de medios financieros y, a veces, son escenario de conflictos armados. Finalmente, es difícil prohibir el consumo de carne de mono cuando las poblaciones locales sufren una extrema pobreza.

A fin de coordinar todos los esfuerzos realizados en el mundo a favor de los grandes monos, Naciones Unidas lanzó en 2001 la Great Apes Survival Partnership (GRASP). Este programa internacional agrupa a 23 países africanos y asiáticos en los que todavía se encuentran poblaciones de monos en libertad, así como agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales. El Grasp tiene como misión financiar acciones de protección, de estudio de los animales y de sensibilización de las poblaciones locales, así como acciones con objeto de elaborar planes nacionales para la supervivencia de los grandes monos. Los principales proveedores de fondos son países industrializados como Gran Bretaña, Irlanda, Alemania y Noruega, pero también los países en cuestión. Según los expertos del Grasp, se necesitaría un presupuesto de al menos 25 millones de dólares para impedir la extinción y garantizar la supervivencia de estas poblaciones de grandes monos.

Otra gran fundación con la cual comparto plenamente sus objetivos es el Proyecto Gran Simio que busca otorgar parte de los derechos básicos de los que, actualmente solo gozan los seres humanos: el derecho a la vida, a la libertad y a no ser maltratados ni física ni psicológicamente.

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